Los tepesianos tenemos que alzar la voz: Granados

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Por Roberto PELÁEZ

Cuando Edward Chen, juez federal de California, bloqueó la orden ejecutiva del presidente Donald Trump, miles de personas amparadas por el denominado Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), vieron una pequeña luz al final del túnel, sin embargo la salvadoreña Sandra Granados, asentada en Estados Unidos por casi 20 años, lo resume en pocas palabras: “queda trabajo por hacer”.

Como se sabe unas 400 mil personas, procedentes de varios países, se benefician del TPS, que les permite estar en el país, trabajar, sin temor a ser deportadas; muchas de esas personas vieron crecer sus familias aquí, declaran sus impuestos cada año, adquirieron propiedades gracias a sus respectivos trabajos.

Cuando hace unos meses el presidente Trump dio a conocer que el TPS ‘tenía los días contados’, muchos de los amparados consideraron que ‘el cielo se les venía encima’ y comenzaron la cuenta regresiva.

Granados optó por luchar, por ofrecer su testimonio, ir a Washington y platicar con senadores y congresistas. “Al que se queda callado nadie lo escucha”, precisa la empleada del hotel y casino Wynn, madre de tres hijas nacidas en los EU.

No conforme, la entrevistada junto a un grupo de beneficiados, toma parte de la llamada Caravana por la justicia, que en su primera etapa recorre varias ciudades en un lapso de seis semanas. “Fue una experiencia positiva, conocimos a muchas personas, les explicamos qué es el TPS, todo lo relacionado con él, y vale apuntar que sus reacciones multiplicaron nuestro optimismo”, resalta.

“Nuestra opción es levantar la voz, platicar con mucha gente, dejar el miedo atrás, afirma, y por encima de todo no cruzarnos de brazos  ni limitarnos a contar los días para que finalice el TPS; claro que encontramos a centenares de personas, estadounidenses, que no conocían del programa ni nuestras historias... ellos aprendieron que los tepesianos no son criminales, no son narcotraficantes, no son pandilleros, al contrario, por años ofrecemos nuestro aporte a este país, trabajamos, adquirimos nuestras casas, formamos familias, y consideramos que tenemos derechos”, sostuvo. 

“Durante un tiempo considerable, junto a otros inmigrantes, acotó, hicimos el trabajo que nadie, o muy pocos querían hacer, nos empeñamos en hacerlo bien, en que rindiera frutos, y salir adelante.

“Vimos a mucha gente durante el recorrido escuchar, preguntar, escribir, interesarse por las circunstancias que un día nos hicieron dejar atrás a nuestro país, a los familiares, argumentó Granados, motivados más que todo por las pocas opciones, desastres naturales, enfermedades, guerras, la violencia, las pandillas, las amenazas, los asaltos... una realidad que hoy se mantiene o es peor en muchos de los países de los que venimos”.

El TPS, no resulta obvio precisarlo, se ha otorgado por años a migrantes protegidos en Estados Unidos provenientes de países afectados por condiciones extremas, como epidemias, guerras o desastres naturales. Las administraciones anteriores optaron por extender las protecciones para la mayoría de los países involucrados.

La administración de Trump promovió la finalización de las protecciones para la mayoría de los inmigrantes bajo el programa, al argumentar que las condiciones iniciales que motivaron dichas protecciones dejaron de existir.

“Ya hay otro grupo de compañeros en la segunda etapa de la Caravana por la justicia, que recorre diferentes ciudades, o sea, este es un movimiento que no se detiene, y queremos organizar reuniones para connacionales, tepesianos o no, y platicar de todo lo que aprendimos en esas seis semanas, no quedarnos con esas experiencias, más bien multiplicarlas”, comentó entusiasmada.

Habló orgullosa de su hija mayor, que junto a otros jóvenes también viajó a Washington, “son ciudadanos que dentro de poco podrán votar, y desde edades tempranas conocen a quienes quieren separar a sus familias; demuestran su solidaridad, son sensibles a los problemas que perjudican a miles de personas”, externó.

 

A una pregunta relacionada con la decisión del juez Chen, comentó: “es una buena noticia, de cierta forma es un respiro... es difícil trabajar con la mente en otro lado, estresada, por eso estoy convencida de que hay mucho por hacer, y reitero, no podemos cruzarnos de brazos, es necesario alzar nuestras voces”, sentenció.

 

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