La colombiana Eufrancis Mejía enseña y ayuda sin mirar a los lados

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Por Roberto PELÁEZ

Desde hace tres décadas vive en Estados Unidos. “Residí en Nueva York, Chicago, Miami, Los Ángeles, Carolina del Norte, hasta que decidí hacer de Las Vegas mi casa”, asegura Eufrancis Mejía, oriunda de Medellín, Colombia.

Apasionada de los deportes, no sorprendió a sus padres cuando decidió estudiar para ser profesora de educación física “era corredora de distancias largas”, advierte.

Madre de dos hijos (casados, viven en Henderson), considera que sus dones son ense#ñar y ayudar “eso más que todo lo aprendí de mi mamá, ella era ‘desprendida’, siempre estaba presta a ayudar a los más necesitados, a quien el tocara la puerta”, comenta Mejía.

La entrevistada puede pasarse horas platicando de las bondades de la sábila “no fui a una escuela para aprender de medicina natural, dice, me regalaron unos libros sobre el tema, y conocer de las plantas, sus bondades, lo que nos pueden aportar, me cautivó.

“Muchas personas no conocen de lo que es capaz la sábila, lo que puede hacer por nuestra salud, específicamente en lo relacionado con la ‘limpieza’ del organismo”, resalta la entrevistada.

“No quiere decir que esté en contra de un diagnóstico profesional, por el contrario, sin embargo invito a conocer sobre esta planta, cuántas cosas buenas nos puede reportar, ella proporciona las encimas que facilitan o permiten la ‘limpieza’, ayuda a renovar las células, fortalece el sistema inmunológico porque tiene vitaminas y minerales”, precisa.

“Otra de las cosas que me atrae es la lectura, no de libros de terror, pero sí poemas, novelas, obras que me reporten una enseñanza, y el hábito de leer se lo inculqué a mis hijos desde pequeños, igual que la importancia de ser bilingüe”, expresa.

Presencia habitual en numerosos eventos comunitarios, sin reparar en la nacionalidad de los organizadores, Eufrancis considera que “sin importar de donde vinimos, somos una comunidad, debemos aprender de todas las culturas, cerrar filas por la cultura, preguntar, compartir...

“Aprendí de mi madre el amor por el ser humano, el voluntariado, la necesidad de educarse, de hacer por los demás, dicho de otra manera, me gusta edificar”, puntualiza.

 

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