Jackie Ramos y su vocación de servicio a la comunidad latina

Por Roberto PELÁEZ

 

Con más de 30 años en los Estados Unidos, la salvadoreña Jackie Ramos recuerda con nitidez como ‘nació’ en ella la vocación de servir, de ayudar sin mirar a los lados a las personas más necesitadas.

“Desde muy niña salgo con mi papá y lo veo quitarse el abrigo para dárselo a quienes tienen frío, es muy desprendido, además, crezco en un convento, allá en San Salvador... dar a los de menos posibilidades es lo que aprendo”, afirma. Vivo orgullosa de la influencia de mi padre, asegura, y sus ojos adquieren un brillo distinto.

“Vengo a Estados Unidos en 1984 ó 1985, a pesar de mi corta edad traigo conmigo eso de interesarme por las personas que necesitan, abunda, por otro lado de alguna manera el trauma de la guerra civil en El Salvador me marca, es duro para todos, más aún para una niña”.

La entrevistada se refiere a sus estudios de contaduría, de los que consigue graduarse, y platica de un cúmulo de actividades en las que toma parte, después hace un alto, habla por teléfono para posponer una cita y retoma la conversación: “a principios de los ‘90 obtengo la ciudadanía estadounidense, me siento muy orgullosa de este país, de lo que siento por él”, destaca.

“Hay una época en que estudio y a pesar de mi juventud tengo varias responsabilidades, acota, recuerdo que me levanto a las 5 de la mañana para antes de iniciar mis tareas acercarme a las líneas de personas y ayudarlas a llenar las formas del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés)... es sencillamente hermoso sentirse útil, ayudar, más aún en momentos muy difíciles, tensos, como cuando ocurren terremotos, muchos de nuestros hermanos quedan sin hogar, es algo traumático, triste, cuando son más necesarias las palabras de aliento, una ayuda”, argumenta.

Madre de cuatro hijos: Joshua (25 años), quien dice está entregado a Dios; Kevin (23, es músico); Geshaelle (17, estudiante de high school) y Jiancarlos (de 8 años), sostiene que vive orgullosa de ellos, de su cariño. 

Labora en la Policía, en la Corte Suprema de San Fernando, California, y desde el 2008 Ramos trabaja en el Congreso de Igualdad Racial, “donde, dice, se siente realizada, es una organización cuya razón de ser es ayudar, subraya. Como está dirigida, más que todo a tender la mano a las personas afro americanas, enseguida me intereso por algo desde donde pueda apoyar a los hispanos”, destaca.

“Participo en muchas actividades para exigir la reforma migratoria, externa, eventos cuyo objetivo es incentivar el conocimiento de nuestras raíces, la herencia, lo que aprendimos de padres y abuelos, eso que por ningún concepto podemos perder porque sencillamente es nuestra cultura, además de la celebración de la independencia de los países centroamericanos”.

La entrevistada rememora que “desde el 2009 ofrezco clases gratis a personas interesadas en obtener la ciudadanía estadounidense, hasta hoy, a un promedio de más de 200 estudiantes que han pasado el examen, he ayudado a más de mil 500 personas.

“No sólo les enseño inglés, historia de los Estados Unidos, también hablo en las clases de civismo, de cómo portarse en la calle, el trabajo y la casa, del amor por esta ciudad, el estado, la nación, comenta, son gente que como yo dejan todo detrás para iniciar una nueva vida, y es preciso motivarlas; comienzo con cinco estudiantes en el 2009 y hoy tengo más de 110 residentes deseosos de ser ciudadanos, de pasar de manera exitosa el examen... es muy importante que cada vez más hispanos se hagan ciudadanos”, advierte. “Tengo una gran familia, añade, mis estudiantes son mi familia, entre ellos atiendo a dos ciegos, ellos hacen un gran esfuerzo y lo van a lograr.

 

“El consejo a los migrantes es que estudien, se eduquen, aprendan, que no se detengan”, concluye.

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