Por Roberto PELÁEZ
Advertir que Juan D’ Varela es un artista, un pintor de primer nivel, es algo así como ‘descubrir’ el agua tibia.
Por derecho propio, por su excelente y variada obra, su entrega, carisma y disposición para ayudar, el destacado artista de origen mexicano, sin dudas sobresale, se distingue. Todos coinciden en que es un orgullo para la comunidad, le profesan cariño, respeto y admiración.
La conocida exposición de arte ‘Celebrating life’, con muchos años afincada en el valle, sin dudas dueña de un sólido prestigio, concluyó hace pocos días, en ella se alzó con un premio D’ Varela. Es un lauro más a su extensa colección.
Que su obra estuviera allí (Charleston Heights, 800 de la Brush st), entre más de medio centenar de piezas de valía, fue un orgullo, sin embargo escuchar su nombre entre los premiados, verlo recibir la placa con la sencillez que le acompaña, elevó la emoción entre quienes le conocemos. Fue un momento para tener presente una y otra vez. Los aplausos no se hicieron esperar. Él se mostraba un tanto sorprendido.
Tras recibir un abrazo de su esposa, se acercó a los amigos para en voz baja apuntar: “Gracias por venir, por estar conmigo”. Después con gentileza invitó: “Vamos a ver la obra”. Varios expositores tuvieron a bien salirle al paso para felicitarlo. “Te esperamos en la próxima edición”, le dijeron.
Los amigos, los de verdad, esos que no conocen la envidia ni la miseria humana, disfrutaron -aún disfrutan- el triunfo, el premio de este magnífico artista. Por eso el abrazo sincero, oportuno, dice tanto.
Recuerdo que hace algunos meses coincidimos en una tertulia literaria del valle, allí comentó: “Me gustan tus cuentos cortos”. Lo asimilé entonces como unas palabras de amabilidad y cortesía. Acto seguido se puso de pie, fue a mi encuentro, me abrazó y subrayó: “Espero tu próximo libro”. Literalmente me desarmó.
Estas líneas no son para recordar aquel encuentro que guardo conmigo, aspiran a ser un acto de justicia, con las que quiero honrar a un artista de pies a cabeza, que al virtuosismo, el talento, une la sencillez que de manera inequívoca distingue a los grandes.
‘Nix at Nightfall’ es el nombre de la premiada obra de este amigo de tantos, admirado por muchos, un hombre al que aconsejar y compartir lo llena por dentro, un pintor de marca mayor que no repara en sus numerosos lauros porque él se debe a la comunidad, a sus familiares, a su México querido. Y eso lo hace aún mejor ser humano.
Caminamos hasta la pieza, lo rodeamos, volvimos a felicitarlo, se le acercaron otros artistas, tomamos fotos. La emoción y un sano orgullo nos envolvía a todos.
El agradecimiento reiterado Juan por invitarnos, porcompartir esos minutos intensos, emocionantes, y más que todo por ratificar que pintas con el corazón.
