Por Roberto PELÁEZ
El encuentro, no por esperado, dejó de impresionar, de estremecer a ambos, al maestro y al alumno... tuvieron que pasar algunos años, pero hoy ninguno habla de eso, prefieren darse un abrazo. Vicente y Teo, Teo y Vicente, unidos por la amistad, por el amor al teatro.
Dos hombres, dos amigos, dos colombianos, dos vidas ligadas al teatro que hicieron lo suyo sobre las tablas en Colombia y en Las Vegas.
“Yo sólo quería hacer teatro y alguien me comenta... ‘por ahí anda Vicente, busca actores para una obra’... cuando nos encontramos parecía que nos conocíamos de toda la vida”, recuerda Teo sobre el primer encuentro, hace más de 30 años, como si hubiese ocurrido ayer mismo.
“Estuvimos juntos en ‘Pasión y muerte de Jesús de Nazaret’,, fundamos el grupo ‘Tayrona’, luego nos llenamos de valor y emprendimos viaje rumbo a... Las Vegas, escuchábamos hablar de la capital mundial del entretenimiento, los conciertos, pero lo nuestro era (y es) el teatro, el teatro para los hispanos, llegamos aquí y ese teatro no estaba ni en pañales, lo iniciamos nosotros, con el apoyo de Eddie Escobedo Sr., de Irma Varela, y para muchas personas vernos actuar fue como describir otro mundo”, asevera Teo. “Claro que pasamos trabajo, nadie nos dijo que iba a ser fácil, apunta Vicente, y pasa su brazo derecho por encima de los hombros de su amigo... había muy poca cultura de teatro entre los hispanos, debemos reconocerlo, pero también un grupo de personas con muchos deseos de hacer”, sostiene.
“Después de hacer en Colombia ‘Pasión y muerte de Jesús de Nazaret’, en Las Vegas presentamos ‘Se vende una burra’, ‘El loco de moda’, ‘Un borracho singular’, ‘Casamiento a la fuerza’, y sabe Dios cuantas obras más, externa Teo, y agrega, no tengo la menor duda de que todo lo que sé de teatro se lo debo a él, a mi amigo Vicente, a sus exigencias, a su manera de dirigir... recuerdo que pasaba horas observando la manera en que preparaba a los personajes, es un maestro”, expresa.
“Muchas de las piezas teatrales en las que actúo de la mano de Vicente, después las presento en Las Vegas como director, apunta Teo, entonces lo he comprendido más todavía, literalmente me he puesto en sus zapatos, le exijo a los actores porque así lo hace él conmigo, me enseña y yo quiero enseñar... lo otro depende de la persona, de su talento, de su interés, de su capacidad y posibilidades para transmitir, llegar al público.
Con el regreso de Vicente a Colombia los amigos se separan, encaran un derrotero distinto, pero la distancia contribuye a estrechar la amistad de ambos, unidos por el hilo invisible del teatro, una manifestación artística única.
“Desde la ‘ciudad que no duerme’, advierte Teo, me comunico con mi amigo, mi maestro, él pregunta por todo y por todos, siempre se despide con una recomendación: ‘no dejen morir el teatro’, ojalá que eso no suceda nunca”.
En Colombia, tiene lugar el encuentro, maestro y alumno no dicen una palabra, se funden en un abrazo.