Por Ignacio Romero
Gerente del Programa Latino de Anti-Desinformación de Institute for a Progressive Nevada
En 1961, activistas blancos y negros, conocidos como los Pasajeros de la Libertad (Freedom Riders), abordaron buses Greyhound y cruzaron partes del país con el objetivo de integrar racialmente los autobuses interestatales y las terminales de autobuses. Cuando los vehículos llegaron a distintas ciudades del sur, fueron recibidos por turbas enardecidas y armadas con bates y bombas de fuego. Los segregacionistas sureños todavía se encontraban furiosos por la lucha contra la segregación racial en las escuelas, impulsada por políticos del norte de Estados Unidos, a quienes ellos llamaban “liberales”, como un insulto.
El odio por el color de la piel era evidente y como una muestra de venganza, durante el verano y otoño de 1962, cientos de afroamericanos fueron transportados en buses desde el sur del país a Cape Cod, Massachusetts, muy cerca de la casa de verano del entonces presidente John F. Kennedy. Los segregacionistas convencieron a estas personas con engaños a realizar el viaje. Se les prometió que, al llegar, tendrían trabajo, casa y que sus hijos podrían asistir a una escuela sin lidiar con el racismo del día a día. Se les dijo además que serían recibidos por el mismísimo presidente, quien les daría la bienvenida. Familias enteras creyeron en estas mentiras y se deshicieron de todas sus pertenencias para empezar una nueva vida en el norte. Hombres, mujeres y niños, se convirtieron así en los peones de un juego racista e inhumano por parte de políticos y segregacionistas.
Sesenta años después, la receta fue copiada. El 14 de septiembre, justamente cuando se inicia la celebración del Mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos, fue la fecha que el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, eligió para transportar a cerca de 50 inmigrantes y solicitantes de asilo, la mayoría venezolanos, a Martha’s Vineyard, en Massachusetts, muy cerca de Cape Cod.
DeSantis realizó la movida sin informar a ninguna autoridad local que aviones llenos de personas llegarían al lugar y que estos adultos y niños, transportados, necesitarían comida y donde dormir. Eso sí, el gobernador de Florida tuvo el tiempo para informar a Fox News del hecho. Asimismo, contrató un camarógrafo para filmarlo todo.
Las personas transportadas no sabían realmente lo que sucedía. Inicialmente se les dijo que, al llegar a destino, tendrían trabajo, casa y otros servicios. A muchos se les mintió sobre el lugar donde se dirigían. DeSantis pagó para que ellos fueran transportados, no desde Florida, sino desde San Antonio, Texas, donde se encontraban.
El gobernador de Florida denominó a este programa Freedom First, que implica trasladar miles de inmigrantes, la mayoría latinos, desde estados fronterizos a ciudades que él llama “liberales”. Esto les costará a los contribuyentes de Florida, 12 millones de dólares.
El acto que indignó a la nación no es un hecho aislado. Durante los pasados meses, los gobernadores de Arizona, Doug Ducey, y de Texas, Greg Abbott, enviaron cerca de 13 mil inmigrantes a ciudades lideradas por autoridades demócratas. El show político que juega con el destino de seres humanos es tan grande y ha llegado a tal nivel, que Abbott, recientemente, mandó dos autobuses con destino a la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris, en Washington D.C.
Según la abogada de migración, Susan Church, en el plan del gobernador de Florida se cometieron crímenes. Ella menciona por ejemplo el secuestro, que no siempre va acompañado de fuerza, a veces se presenta con fraude.
Tanto autoridades de Massachusetts como la comisionada de agricultura de Florida, Nikki Fried, solicitaron al Departamento de Justicia de Estados Unidos realizar una investigación sobre el caso y pidieron responsabilizar a DeSantis. Se habla de fraude, secuestro, privación de la libertad y trata de personas.
Por su parte el alguacil del condado de Bexar, en Texas, Javier Salazar, dijo creer que las leyes se violaron también dentro de su condado, cuando los inmigrantes fueron retenidos por dos días, en un hotel, antes de ser enviados a Massachusetts.
Si se encontrara que estos inmigrantes fueron víctimas de crímenes, ellos estarían bajo protección del gobierno federal y podrían recibir la visa “U”, un estatus que se otorga a personas que sufrieron abuso físico o mental.
Tanto las familias afroamericanas que fueron engañadas para llegar a Cape Cod, hace 60 años, cómo los inmigrantes latinos que hace unos días fueron transportados con mentiras a Martha’s Vineyard, todos buscaban lo que la Constitución de los Estados Unidos ofrece, derechos inalienables como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. El Sueño Americano para estos seres humanos se convirtió en una pesadilla, simplemente por juegos políticos.
(Pagado por Institute for a Progressive Nevada)