Por Roberto PELÁEZ
La solidaridad es un valor que ayuda a adquirir conciencia de las necesidades de otras personas, genera el deseo de ayudar, tender la mano, es algo que se debe fomentar en la escuela y en casa.
El 31 de agosto es el ‘Día Internacional de la Solidaridad’, es un tema sin dudas importante, hemos escrito antes sobre él, cómo y dónde surgió, qué significa, lo relevante de ser solidario.
Está claro que cuando se proclamó el día, se tuvo en cuenta lo que representa la ayuda entre las personas, más cuando una de ellas encara un momento difícil, cuando una palabra de aliento, un abrazo, un aporte monetario adquieren enorme importancia, es cuando es preciso escribir SOLIDARIDAD en mayúsculas.
Claro que muchas veces es necesaria la solidaridad más allá de las adversidades que afrontan las personas, alcanza a ser requerida por países ante luchas internas, fenómenos climatológicos, incendios forestales, accidentes de dimensiones significativas...
Todo lo anterior viene a colación porque en los últimos días se ha invitado a la comunidad, por intermedio de las redes sociales, a participar en varias kermés, familiares y amigos organizan eventos para recabar ayuda dirigida a gastos de servicios funerales o reunir dinero con el objetivo de adquirir determinado medicamento.
Se trata de momentos difíciles, complejos, donde debe aflorar la solidaridad, ese valor que reitero es menester fomentar en casa -más que todo por el ejemplo de los padres-, y en el salón de clases, junto al maestro (a) y los compañeritos.
El pastor Marko Gamboa, Xenia Gómez, Ana González, son entre otras, de las personas que apelan a la solidaridad, la necesaria ayuda a quienes lo requieren, ellos en más de una oportunidad se han enrolado en la organización de eventos (kermés), cierran filas junto a los desfavorecidos, están conscientes de lo que significa ayudar al prójimo.
No puede perderse de vista que todos, en un momento determinado, hemos necesitado ayuda, de ahí la importancia de ser solidarios, sin dudas es un valor hermoso, relevante, que por otro lado dice mucho de la calidad humana.
Desde la pandemia del Covid-19, allá por el 2020, Marko Gamboa, del Centro Cristiano el Shaddai, y su equipo de trabajo, todos los viernes (en horas de la mañana o la tarde) propician que centenares de familias puedan acceder a alimentos -leche, carne, huevos, frutas, vegetales-, lo que es un gesto digno de reconocimiento que debe agradecerse una y otra vez.
La mencionada ayuda, en momentos difíciles, en que la inflación ha traído consigo el alza de los precios de muchos alimentos, alcanza también lo concerniente a la salud, ellos invitan a jornadas de salud gratuitas, a vacunas, entregas de mascarillas, hand sanitizer, pruebas para detectar VIH, diabetes... quiere decir que llevan años poniendo de manifiesto la solidaridad, ayudando a quienes más lo necesitan. MUCHAS GRACIAS.
En tal sentido también los grupos comunitarios se hacen sentir, por ejemplo la Asociación de Chilenos ante la enfermedad de algunos de sus miembr7os, se puede decir lo mismo de los hidalguenses, con Isidro Maqueda y Juan Rómulo al frente, o los bolivianos de Freddy Chávez.
Hay muchas cosas por lo que la comunidad de Las Vegas debe estar orgullosa, cerrar filas ante las necesidades del prójimo, hacer que la solidaridad prenda con fuerza cada vez más pujante, es una de ellas, incluso para formar parte de una cadena de oración, cuando se hace valer el conocimiento, la convicción de que para Dios no hay imposible, y donde quiera que hay dos reunidos en su nombre ahí está Él.
Ante la pérdida de un familiar, de un amigo, un conocido (y aunque así no sea), las necesidades se enfrentan con más valor cuando no estamos solos, una palabra de aliento, un abrazo, una palabra amable, puede muy bien hacer la diferencia, de eso se trata.
Urge entender que la solidaridad no conoce de límites, va desde transmitir conocimientos hasta ayudar, ser un poquito más humanos.