Cuando gracias al trabajo los sueños crecen... celebra Lindo Michoacán su cumpleaños 27

Por Roberto PELÁEZ

Quien dijo que 20 años no es nada… lo tuyo es mucho

Dos hombres duermen recostados de una mesa, uno es el dueño del local recién inaugurado, el otro es músico, no tienen dinero pero los une un deseo: quieren salir adelante, trabajar y mejorar la vida de sus familias. Los principios son difíciles, por el momento sólo consiguen cerrar los ojos y soñar.

El inicio… hace 27 años

Lavaplatos, mesero, bartender, chef… Javier Barajas es exactamente eso, un incansable soñador, sólo que el 6 de enero de 1990 se ‘sacude el polvo del camino’ e inaugura su primer restaurante: Lindo Michoacán. Que de los cobardes no se ha escrito nada, comenta. Miro atrás, prosigue, y creo que siempre he sido restaurantero.

¿Con cuántas mesas?

 Cinco.

 ¿Y cuántos empleados?

Ninguno, yo solo para atender a los clientes, tomar notas, preparar la comida, servirla y cobrar… recuerda lo que le dije de los cobardes…

¿Usted solo?

Sí, saco cuentas y considero que en 15 ó 20 minutos puedo tener lista una comida, así que inicio la ‘aventura’ con el restaurante Lindo Michoacán, después dos hermanos se ofrecen a ayudarme.

Cuando viene a verme el músico deseoso de que le de trabajo, continúa Barajas, le explico que no tengo dinero para pagarle y acepta cantar y tocar a cambio de la propina… es la época en que nos quedamos dormidos y colocamos una campanita detrás de la puerta, si le cuento las veces que me despierta esa campanita, sostiene sonriente, no creo sepa contar hasta ese número, destaca.

Le estoy muy agradecido a El Mundo

Francisco Corro, del periódico El Mundo, recuerda el entrevistado, viene a comer a Lindo Michoacán y al terminar me pregunta: ¿por qué con una comida tan rica tienen tan pocos clientes? Muy pocas personas saben que estamos abiertos. ¿Por qué no te anuncias en El Mundo? Insiste. Le doy la misma respuesta que al músico.

Esa semana salimos por primera vez en el semanario, y el domingo siguiente el restaurante, que entonces es más pequeño, se llena… reunimos 400 dólares.

Nunca olvido el encuentro con Corro, y lo que viene después, subraya; Eddie Escobedo Sr., nos visita muchas veces con su familia, le estoy muy agradecido al periódico, por años nos anunciamos, y aquel primer anuncio nos cambia, es como si nos diera el empujón final. Hasta hoy tenemos una excelente relación con la familia Escobedo, creo que lo último es dejar de ser agradecido, remarca. Si resumo, para nosotros El Mundo es algo especial y Don Eddie ni se diga… ante cada problema pienso en él.

Un sueño hecho realidad

En el Lindo Michoacán ubicado en la Desert Inn, como le dije, comienzo solo, abunda, hoy laboran allí 102 empleados, incluidos unos 25 entre cocineros y preparadores, explica Barajas; después abro otro restaurante en Summerlin (68 empleados) y en Henderson, con 112, así que damos empleo a cerca de 300 personas, de diferentes nacionalidades, con un solo propósito, brindar un servicio de excelencia. 

Mire, tenemos la premisa de ofrecer comida con calidad y rápido, para mi lo peor en un restaurante es la demora y que el mesero ofrezca disculpas porque están muy ocupados, si es así es que no están preparados para estar ocupados…

En cada uno de los tres Lindo Michoacán contamos con cuatro manejadores cuyo trabajo es que todo marche bien, además, nos acercamos a las mesas, platicamos con los clientes, nos interesamos porque salgan complacidos.

¿Cuál es la razón del éxito?

Aparte de la premisa, que es la satisfacción de la gente que viene a nuestros restaurantes, afirma, durante un buen tiempo estudio a la clientela, me fijo en detalles desde la iluminación correcta, el buen trato, y es que a cualquier le puede parecer que esto de los restaurantes es fácil, todo lo contrario, para tener éxito hay que conocer de todo dentro del restaurante, le puedo decir que al de la Desert Inn -de la totalidad- va un 60 por ciento de hispanos, en Henderson es 70 por ciento de anglos, y en Summerlin 80 por ciento de anglos, y en correspondencia con eso, pues se prepara la comida, se tiene en cuenta lo más demandado, por ejemplo el plato de camarones zarandeados, o el buey al cilantro, la carne asada o la carne a la tampiqueña… aunque no lo parezca hago mis estudios sobre esos detalles. Le aseguro que la comida y la satisfacción son “mi deporte favorito”.

Y lo otro, también muy importante, es tratar a los empleados como familia, en las juntas les digo que comienzo como lavaplatos, ellos no saben hasta dónde pueden llegar. Mi hija Stephanie tenía unos 8 años cuando viene por primera vez al restaurante, enseguida me percato de que le gusta, le apasiona esto, y eso para mi es relevante.  Todos los días mientras tomo mi café recorro el restaurante, eso se llama dedicación.

 

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