Por Rafael ROMERO
La aplicación de los aranceles por parte de Estados Unidos a México, Canadá y China resultan la comidilla, el tema acapara titulares, y lo que es peor, fomenta la incertidumbre de los consumidores.
El mexicano Jesús Estrada, estudiante de UNLV, advierte: “Considero que la medida es muy severa, estricta, sobre todo si se tiene en cuenta que México es el mayor socio comercial de Estados Unidos, un vecino, un país que contribuye en un por ciento considerable a la alimentación en EE.UU.
“Solo hay que mirar en los negocios, los limones, los aguacates, las frutas, los vegetales, en su gran mayoría vienen de México, si le ponen aranceles o los compran en otros países... ¿quién pagará por ellos? Nosotros”, afirma categórico.
Lupe Ramos, también mexicana, prefiere, antes de contestar, preguntar:
“Muy pronto ¿cuánto va a costar un aguacate?, si ya los encontramos pequeños a 1,75, como decía mi abuela, la cadena se rompe por el eslabón más débil, y ese somos nosotros, sin dudas, a los ricos que toman las decisiones, no les afecta en lo más mínimo”, subraya.
Estrada, por su parte, añade: “los aranceles traen reducción de exportaciones y afectaciones a la cadena de suministros a Estados Unidos, y eso cómo se digiere, nos toca la peor parte.
“Viene la disminución de inversiones y salida de empresas estadounidenses para evitar aranceles, pérdida de empleos, disminución de recaudación fiscal... ¿Se imagina si México sube los aranceles a las partes de los vehículos o se detiene la producción?
“La aplicación de aranceles tiene un costo alto para la economía global y los consumidores, aumenta los precios, reduce el comercio y genera tensiones internacionales”.
Rey Zúñiga comenta: “Antes de asumir el cargo Donald Trump prometió bajar los precios, y que pondría fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en un día, ni una cosa ni la otra... eso sí, muchas fricciones internacionales”.
“Los dueños de negocios, apunta Cira Hernández, consideran aumentar los precios en respuesta al alza de los aranceles. Bajar los precios es un reto aún mayor.
“Algunos dueños de negocios lo piensen dos veces antes de pedir a los clientes que paguen más”, dice.
