Agradecen hispanos del valle ayuda de grupos locales

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Por Roberto PELÁEZ

Hasta el pasado abril Diego Sermeño y su esposa podían pagar su renta mensual sin muchas complicaciones. Según él “la venta de botanas en horas de la tarde, los ‘yard sale’ en fines de semana alternos, pues nos reportaban una entrada al menos para lo indispensable, asevera, pero ahorita la situación está muy difícil.

“Lo que me buscaba, junto al salario de mi esposa en un supermercado hispano nos permitía salir adelante, sin embargo, el COVID-19 nos lleva recio, ya apenas se acerca la gente a comprar botana, y yo entiendo eso de las medidas de seguridad, pero hay que pagar los biles, todo está más caro, y no queremos que se nos junten las deudas, incluida la renta que a partir de enero del 2021 será 15 dólares más alta”.

Sermeño, oriundo de Guanajuato, México, no cuenta con documentos que regularicen su estatus migratorio, o sea, es indocumentado, su esposa y el pequeño Paulo son residentes.

“No tener papeles, comenta él, nos afectó, somos de las familias que no recibieron cheque de ayuda, esos mil 200 nos hubieran venido bien”, acota.

“No salimos a la calle a pararnos en una esquina con un cartel a pedir, destaca el procedente de Guanajuato, nos acercamos a algunas organizaciones locales como ‘Make the Road Nevada’ a platicar sobre nuestra situación, recibimos 300 dólares que ‘estiramos’ como un chicle, creo que nunca una cantidad así nos duró tanto... estamos muy agradecidos y es un gesto que no olvidamos”, expresa con una sonrisa tímida.

“Nos cohibimos de muchas cosas, coincide la pareja, lamentablemente no pudimos pagar todas las deudas, nos quedamos con un solo teléfono, y guardamos uno de los carros para pagar sólo el seguro del Toyota Corolla... sencillamente no podemos”, reconocen.

Xiomara Arroyo es otra de las indocumentadas que afronta dificultades para pagar la renta, adquirir alimentos y otros insumos “ya sabe, los indocumentados no pudimos acceder al cheque llamado de estímulo por el COVID-19, dice, sin embargo no me detengo, la venta de comida (tamales, champurrado) para la calle está paralizada por el virus.

“Ahorita plancho en mi casa, a dos dólares las camisas y tres o cuatro los pantalones, más barato que en algunas tintorerías, eso me deja algo y vamos poco a poco a ver si esto mejora, hay que tratar de que la gente quede contenta con el trabajo y vuelva, muchas personas no tienen tiempo de planchar, entonces aprovecho y me busco algo de dinero”.

Trasciende en la plática que ella, (madre soltera, con dos niños) vive en Las Vegas desde el 2009, “trabajé por ocho años, apunta, y sí, también busqué ayuda, son 300 dólares, que a algunas personas les puede parecer una cantidad pequeña, pero es algo para quien no tiene nada, hice un arreglo de pago para costear el servicio de corriente... confío en que vendrán tiempos mejores, tengo fe en Dios”, remarca.

Tanto Sermeño como su esposa y la guatemalteca Arroyo agradecen a las organizaciones locales la ayuda brindada en un momento tan difícil, “nos sirvió de mucho, dicen, y damos gracias a Dios que no nos hemos enfermado, se imagina si tenemos que ir a un hospital”. 

 

“Es lamentable trabajar tantos años y cuando hay una enfermedad como esta verse en una situación difícil, sin la ayuda de los empleos a los que una fue día tras día... pido que no salga reelegido el presidente Trump, con él no me ha ido bien, mi caso es el de muchos hispanos, y nos iría aun peor”, sentencia la guatemalteca.

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