Por Roberto PELÁEZ
Cambio de conducta y de estado de ánimo de manera repentina, ropa manchada o desgarrada, enfermedades de trasmisión sexual, tristeza, aislamiento, cambio en la conducta sexual, lesiones físicas (hematomas o moretones, heridas), son algunos de los síntomas de un posible caso de violencia sexual.
Desde hace 19 años abril es designado a instancia nacional como el ‘Mes de la Concientización sobre el Abuso Sexual’, y justo es consignar que en múltiples eventos miembros de la organización local ‘The Rape Crisis Center’ entrega folletos y ofrece información oportuna sobre este flagelo.
Dichos folletos precisan que: cualquier actividad, dentro de un rango de actos criminales con naturaleza sexual como caricias o manoseos no deseados, besos, roces o forzar a la víctima para que toque sexualmente al perpetrador, sin consentimiento del otro, dejan al desnudo acciones de violencia sexual.
En tal sentido Wendy Lozada, de la mencionada organización, ha reiterado: “si bien es cierto que se llevan a efecto muchos eventos, actividades con participación de oficiales de la Policía, conferencias sobre el tema, talleres, entrega de folletos, ofrecemos números de teléfonos, que resultan muy útiles, asegura, los hechos demuestran que el esfuerzo aún está lejos de lo que deseamos”.
No hay dudas de que por la desigualdad de géneros, el miedo a denunciar, el hecho mismo de culpar a la víctima de ‘provocadora’ por la manera de vestir, resulta fácil entender porqué las agresiones sexuales ganan popularidad a través del tiempo, sin que los perpetradores sean sujetos a las consecuencias de sus acciones.
Estudiosos del problema dejan sentado que la década de los 70 llegó con sed de cambio, un cambio que se vio convertido en realidad y que vio florecer el activismo contra la violencia sexual.
Surgen las raíces del movimiento de la Concientización sobre la Violencia Sexual, y cada vez más mujeres se ven decididas a denunciar las injusticias, la discriminación y la desigualdad.
En plática para los lectores del semanario El Mundo, Lozada precisa: “En ‘The Rape Crisis Center’ acompañamos a las víctimas de abuso sexual, si deben ir a un hospital, a la Corte, a terapias; sabemos por experiencia que las víctimas pueden padecer de traumas, tenemos también grupos de apoyo, e incluso si es necesario podemos referir a las personas afectadas a otras agencias, atendemos a padres de niños abusados.
“Resulta de importancia capital ganar conciencia sobre lo que signfica la violencia sexual, sus consecuencias, que los perpetradores entiendan que la víctima puede ser también su esposa, su hija, una hermana, por encima de todo entiendan que no quiere decir no, sin importar en lo absoluto la manera de vestir”.
Vale significar que las mismas organizaciones y movimientos acuden a las redes sociales con el objetivo de educar al público y crear un entendimiento generalizado de lo que la violencia sexual supone.
La agresión sexual, entiéndase bien, es cualquier tipo de actividad sexual que tiene lugar contra la voluntad de una persona, o cuando ésta no tiene la edad o la capacidad para dar su consentimiento.