Por Rafael ROMERO
Diabética desde los siete años, Arlett Valencia no olvida aquel día de octubre del 2015 cuando entra al salón de operaciones para un trasplante de riñón, órgano con el que vive desde hace siete años.
“Más que todo soy una persona agradecida, apunta esta mujer de baja estatura y hablar pausado, para mi -señala- los donantes de órganos son héroes, realizan ese gesto tan hermoso con la aspiración de que otras personas sigan con vida, muchas veces ni siquiera conocen a los beneficiarios.
“Después de siete años ese riñón me está dando ‘algunos problemitas’, dice, y llevo tres semanas de diálisis, pero todo bien, cuidándome, siguiendo el tratamiento, contenta porque cerca del día mundial del trasplante me das la posibilidad de felicitar a los donantes, sin ellos no fuera posible, y lo mejor es que cada vez son más, aunque aún hay que estar tiempo en una lista de espera.
Valencia asegura que en su caso los riñones vieron afectado el correcto o normal funcionamiento por la diabetes “no fue hereditario, como puede pasar con otras personas, en mi familia (afirma) nadie padece de esa enfermedad, sencillamente siendo niña pues me diagnosticaron diabetes; como se sabe somos muchos los que necesitamos un trasplante, debemos esperar un tiempo, por eso la lista de espera.
“Lo que sucede, señala, es que los médicos tienen que hacer ‘coincidir’ el órgano del donante con el beneficiario para reducir el riesgo de rechazo, explica, he leído y preguntado bastante sobre esto, yo tuve la suerte con mi riñón, claro, también le agradezco a los médicos, al equipo que intervino en mi operación”.
Reconoce que donar órganos encuentra -por años- cierta resistencia, “pero poco a poco se suman y aumenta el número de personas que da su consentimiento, acepta donar órganos, se gana en conciencia, la gente aprende, los donantes dan esperanza, es otra oportunidad de vida, por eso una debe ser agradecida, gracias al trasplante podemos disfrutar más de la familia, de los hijos, los amigos”, resalta.
Residente en Las Vegas desde hace 32 años, la entrevistada subraya “estuve 13 años esperando que apareciera, alguien hiciera la donación de un riñón en buenas condiciones para sustituir uno de los míos que por al diabetes no funcionaba bien, por eso aquel 10 de octubre de 2015 cuando me prepararon y entré al salón de operaciones, fue un cambio en mi vida, valoré más a los donantes, a los doctores, soy una entre miles que viven con un riñón donado, gracias a Dios por casi siete años mi nuevo órgano funciona bien, y ahorita que afronto dificultades, pues estoy en diálisis.
“Platiqué con mi esposo -que en paz descanse- sobre la donación de órganos, él comprendió la generosidad y donó córnea, tejidos, huesos y arterias... fue un héroe”.