Por Roberto PELÁEZ
Si algo distingue a la mayoría de los salvadoreños asentados en el valle es el amor por su cultura y un marcado optimismo, el sano orgullo por venir desde el llamado ‘Pulgarcito de América’, un país de paisajes hermosos y que a decir de muchos gana en tranquilidad ciudadana.
El pasado 6 de agosto se celebró el denominado ‘Día del Salvadoreño en Estados Unidos’. La festividad data ya de varios años, y está llamada a hacerse sentir.
La referida fecha se pinta sola para que la comunidad salvadoreña sencillamente se luzca, se muestre en todo su esplendor, haga gala de su cultura, deleite con platos típicos, reluzcan los colores blanco y azul que la distingue... haga de la fecha una fiesta, que revivan las tradiciones.
Cuando mencionaba antes lo del optimismo, tenía en cuenta el desempeño del grupo local ‘Amigos Salvadoreños’, que por varios años asumió lo de la fecha con responsabilidad y alegría, le dio al 6 de agosto la magnitud e importancia que merece, a la altura de sus posibilidades celebró la fiesta con entusiasmo.
Justo es decirlo, el pasado 6 de agosto pasó casi de puntillas, sin hacer ruido, y ese NO es el objetivo.
Ya no hay posibilidad de volver el tiempo atrás, pero es válido aprender la lección y esperar el 2025 con las ‘pilas puestas’.
Urge reunirse, juntar las fuerzas, prepararse con tiempo, comenzar desde temprano para garantizar el éxito. El vestuario, las muestras de artesanía, los platos típicos, la música, la plática amena entre connacionales, las pupusas, la horchata, el deseo de hacer, TIENE que ser la tónica el próximo año, que se haga sentir el autoestima, el sentido de pertenencia.
La celebración es una especie de legado que queda sobre todo para las nuevas generaciones de salvadoreños, eso enaltece, hace relucir la cultura, ayuda a conectar a la gente con su tierra.
¿Acaso conseguir que a instancia nacional en Estados Unidos se estableciera un día no fue el sueño de muchos? Hay que reconocer el aporte, la contribución de los salvadoreños a los Estados Unidos, y el 6 de agosto es la oportunidad. Ojalá en el 2025 una parte del valle se estremezca.