La separación de familias en la frontera con México llamó la atención y provocó la indignación del mundo, pero es apenas una pequeña parte de los planes del gobierno de Donald Trump para la inmigración.
En realidad, el gobierno quiere endurecer el sistema en diversos frentes para poner coto a la inmigración y para ello debe soslayar varios fallos judiciales. Quiere encerrar familias por tiempo indeterminado, ampliar los espacios de detención y endurecer las normas de asilo, así como las de otorgamiento de la residencia.
En medio del caos por las familias separadas, muchas iniciativas recibieron escasa atención, pero revelan hasta dónde está dispuesto a llegar Trump para impedir el ingreso —tanto legal como ilegal— de inmigrantes incluso en casos en que la justicia ha fallado contra el gobierno.
Otros gobiernos han enfrentado problemas similares con la inmigración ilegal y buscado soluciones parecidas, pero ninguno ha podido cortar el flujo de migrantes a través de la frontera sur, pero ningún presidente ha realizado una campaña tan altisonante sobre el tema.
“Estados Unidos no será un campamento de migrantes ni será una instalación para el encierro de refugiados”, dijo Trump días antes de decretar el fin de la separación de niños de sus padres. “No lo será durante mi mandato”.
Los titulares de la semana se concentraron en los reencuentros de padres inmigrantes y sus niños, efectuados por el gobierno bajo orden judicial. La Casa Blanca dijo que “trabajó incansablemente” para efectuar las reuniones y asegurarse de que los niños tuvieran hogares seguros.
Pero en la misma semana, el gobierno tomó otras medidas contra inmigrantes, solicitantes de asilo y de la cédula verde (“green card”) de residencia.
Estos intentos de desalentar a las familias centroamericanas de emprender el viaje al norte quieren enviar un mensaje a los migrantes —y a los partidarios de Trump de cara a las elecciones legislativas_: entrar a Estados Unidos será cada vez más arduo, como lo será conseguir los documentos para la permanencia legal en el país.
“Me parece que todas estas cosas son parte de un objetivo más grande, el de reducir significativamente la inmigración de todo tipo a Estados Unidos en el largo plazo y, de paso, el verdadero deseo es cambiar el carácter del país”, dijo Doris Meissner, una directiva del servicio de inmigración durante el gobierno de Bill Clinton.
Antes de partir hacia Europa días atrás, Trump dio su propia solución al problema de las familias que seguían separadas después del plazo impuesto por la justicia: “no vengan ilegalmente a nuestro país”.
En Europa, el presidente no ocultó sus posiciones sobre la inmigración. Dijo que las políticas europeas están cambiando la “trama de Europa” y destruyendo la cultura europea. Dijo en entrevista con un tabloide británico que “creo que permitir el ingreso de millones y millones de personas a Europa es muy, muy triste” y luego lo reiteró.
En abril, el gobierno anunció su plan de acusar penalmente a quienes cruzan la frontera de manera ilegal. Encarceló a algunos de ellos y los separó de sus hijos. Cuando se iniciaron demandas contra el gobierno y la opinión pública se indignó, Trump puso fin a las separaciones.
El caos por las separaciones ha colocado al gobierno en la situación incómoda de poner en libertad a familias tras colocarles tobilleras de rastreo —una práctica denunciada por Trump— a la vez que intenta una serie de maniobras legales para endurecer la capacidad represiva. WASHINGTON (AP)