Refugio migratorio en El Paso, Texas... entre el sufrimiento y la solidaridad

Durante los días que lleva en El Paso, Texas, Jorge (nombre ficticio para proteger su identidad) pasa frío por las noches, pero no le ha faltado comida ni seguridad, dos cosas que necesitó en los meses de travesía hacia EE.UU. 

“He comido más estos días que durante todo el camino. La gente de verdad es solidaria, se identifica con uno, son migrantes”, dice el joven venezolano que atravesó la selva del Darién, además de Centroamérica y México.

Texas ha servido como refugio para migrantes, se ha visto abrumada en las últimas semanas por un aumento en la llegada de personas. La Patrulla Fronteriza contabiliza un promedio de mil 500 arrestos diario.

A pesar de que se mantiene el Título 42, una normativa sanitaria que permite las devoluciones inmediatas en la frontera, algunos se arriesgan a cruzar de manera irregular. La situación ha movilizado a los residentes de El Paso a acercarse con donaciones.

Durante todo el día y la tarde, se aparcan coches y sus conductores, hispanos reparten bolsas de ropa y cajas de comida.

La empatía con quienes experimentaron lo mismo que sus ancestros, fue lo que motivó a Pancho y Emilio, de El Paso, a montar una parrilla en su “troca”, y repartir perritos calientes frente a un albergue.  

“Estamos bendecidos, nos toca dar algo a quienes no tienen”, dicen.

Algunas personas hacen cola frente a su coche, llevan tres o cuatro sudaderas para protegerse del frío. 

Una mujer de pelo rubio platino lee pasajes de la Biblia. “El señor los ha traído aquí y los trajo a hacer mucho más. Están aquí con un propósito”, dice.  “Es lo mejor que nos han podido traer, traen la palabra de vida”, comenta Yuribí Segura, de Barquisimeto. El Paso (EFE)

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