La temporada electoral que comienza plantea otro giro en el debate y la lucha por la reforma migratoria amplia: ahora no basta con saber si los precandidatos apoyan o no esa reforma migratoria o una vía a la ciudadanía. Su postura en torno a las acciones ejecutivas migratorias que proveen amparo de la deportación a algunos grupos, la que está en vigor, DACA 2012, y las que están estancadas en los tribunales, DACA ampliado y DAPA 2014, es factor de peso no sólo para los inmigrantes que se han beneficiado o podrían beneficiarse de dichas acciones, sino para el sector de votantes latinos que por lazos familiares, de amistad o empatía, apoyan a esos inmigrantes.
No es por casualidad que la semana pasada la aspirante a la nominación presidencial demócrata, Hillary Clinton, llegara a Las Vegas, Nevada, para reunirse con un grupo de jóvenes inmigrantes y declarar su apoyo a una reforma migratoria con vía a la ciudadanía para contrastar su postura con la de al menos dos republicanos, Jeb Bush, virtual precandidato, y Marco Rubio, aspirante declarado, que apoyan o han apoyado una reforma migratoria amplia. Pero ahora no queda claro en qué consistiría: ¿Legalización sin ciudadanía? “Cuando hablan de ‘estatus legal’, es código para un estatus de segunda clase”, afirmó Clinton. Menciono dos porque el resto de la camada republicana se opone a una reforma migratoria que catalogan de “amnistía”. Ninguno, incluyendo a Bush y a Rubio, aclara cómo solucionaría el limbo migratorio de los más de 11 millones de indocumentados. Bush y Rubio admiten que no serán deportados. El resto quizás aspire a que así fuera.
Tampoco es casualidad que Clinton ofreciera una vigorosa defensa de las acciones ejecutivas migratorias e incluso hablara de ir más allá, en caso de ser electa presidenta, mientras los republicanos, en control del Congreso, sigan obstruyendo la reforma migratoria por la vía legislativa. “Hay muchas otras personas, como los padres de los DREAMers y otros con profundos lazos y contribuciones a nuestras comunidades, que merecen una oportunidad de quedarse. Pelearé por ellos también”, afirmó Clinton.
Aquí el contraste es claro: la total oposición a las acciones ejecutivas migratorias es el común denominador del bando de potenciales precandidatos republicanos.
Clinton lanzó una carnada al bando republicano. Es probable que algunos muerdan el anzuelo y en reacción a las propuestas migratorias de Clinton sigan recitando las barbaridades que han alejado a los votantes latinos de su colectividad.
Y aunque Bush, si finalmente se lanza, o Rubio traten de apelar a los votantes latinos, tienen algo en su contra: el lastre de la imagen negativa de su propio partido. Meses de precandidatos republicanos declarando su oposición a la reforma migratoria amplia y a las acciones ejecutivas sólo servirán para reforzar esa mala imagen.
Hasta ahora, diversos sondeos dan a Clinton, la virtual nominada demócrata, una amplia ventaja sobre Bush y Rubio en el favor de los votantes latinos. En las muestras con la totalidad de votantes, también los aventaja, pero no por cifras de dos dígitos como en el caso de los hispanos.
Falta un mundo en términos electorales y eso también obra en contra del próximo nominado republicano cuando de ganarse el voto latino se trate, porque lo que le funcione para ganar la primaria quizá espante a otros sectores de votantes, como los hispanos, en la general.
Dicho esto, nada está totalmente garantizado. Una cosa es el proceso de elecciones primarias y otra la elección general, sobre todo la etapa final, cuando los votantes comienzan a prestar atención.
A estas alturas el bando demócrata debe haber entendido cuán complicado resulta formular promesas migratorias que luego, por las razones que sean, no pueden concretarse. Tras el triunfo de Barack Obama en 2008, los inmigrantes y el sector de votantes latinos que los apoyan, no sólo vieron esfumarse la reforma migratoria amplia ante la férrea oposición republicana. También vieron recrudecerse la maquinaria de deportaciones. La segunda administración Obama trajo DACA en 2012, pero sólo tras la presión de los DREAMers. El DACA ampliado y DAPA se anunciaron en 2014, pero no han podido implementarse por la demanda de gobernadores republicanos que se delibera en tribunales.
Clinton, astutamente, no promete marcos de tiempo considerando que, de resultar electa y asumiendo que el Congreso siga en manos republicanas, esa reforma migratoria amplia con vía a la ciudadanía no parece ser viable a corto plazo.
Los republicanos en el Congreso se han dedicado a obstruir cualquier avance con excusas de “seguridad fronteriza primero” sin explicar quién determinará si la frontera está segura o cuándo.
De ahí que la nueva norma suponga promesas por partida doble: reforma migratoria y, en su defecto, acciones ejecutivas. Pero es complicado. Las acciones ejecutivas, aunque constitucionales, se han empantanado en tribunales y el desenlace no es claro.
En materia migratoria, este nuevo ciclo electoral trae, otra vez, ataques republicanos y promesas demócratas para los electores hispanos interesados en este tema. De los republicanos no esperan nada, pero de los demócratas confían en que las promesas por partida doble finalmente resulten en algo palpable.
(*) Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.