Piden comida y trabajo migrantes deportados en Baja California

Con mensajes en carteles como “comida” o “denme trabajo”, los migrantes deportados de Estados Unidos que deambulan por Baja California buscan ayuda de la población.

Movidos a la piedad, los residentes de Tijuana y Playas de Rosarito, donde se dan estos dos casos, hacen llegar el alimento que de momento remedia las necesidades de estas personas, pero que en realidad no satisface la gran necesidad que si satisfaría un empleo.

En el lateral del bulevar Cuauhtémoc Norte, justo para tomar la Vía Rápida Poniente, se aposta Miguel, un migrante deportado con su cartoncillo que dice una sencilla palabra “comida”, es, podría decirse, la petición generalizada de cientos de semejantes.

No falta quien baja el vidrio de su vehículo y extiende el brazo con una bolsa, en algunos casos es comida que han comprado ex profeso para él, en otros, le extienden una moneda para que adquiera el alimento de ese día.

El efecto es inmediato, el migrante convertido ahora en mendigo se encamina a la parte baja del puente Cuauhtémoc, a disfrutar el platillo que le fue obsequiado, o si el caso es que recibió dinero, se encamina a cualquiera de los establecimientos aledaños.

El cuadro se ha vuelto tan común que hay tijuanenses que ya han adoptado a este Miguel como su abonado, a quien todos los días le llevan algún alimento para que satisfaga su necesidad cotidiana.

El otro caso, el de Juan quien pide ser contratado para un empleo temporal con su cartelón “denme trabajo”, ocurre en Playas de Rosarito, justo donde están los límites con Tijuana y donde ha tenido que trasladarse para evitar la gran competencia.

Más de un habitante de la localidad se ha apiadado de él y le ha ofrecido lo mismo, limpiar un predio que desempeñar alguna actividad eventual, pero su carencia de documentos le impide emplearse de manera definitiva, por lo que una vez que concluye una labor, retorna con su cartoncillo.

Los casos de Miguel y Juan son muy parecidos y forman parte de los más de un millar de migrantes deportados de Estados Unidos, quienes antes de ser repatriados del país del norte desempeñaban labores de construcción con sueldos bien remunerados.

Una persona que se dedica a la construcción en Estados Unidos puede llegar a ganar entre 18 y 26 dólares la hora en Estados Unidos, pero que al llegar a Tijuana en calidad de deportado y sin documentos, nadie lo quiere emplear.

Sólo aquellos migrantes deportados que tienen familiares en Baja California se sobreponen, no son los casos de Miguel y Juan, quienes oriundos de Michoacán y Jalisco, respectivamente, han tenido que quedarse por carecer de recursos para viajar a sus lugares de origen.

Además, la carencia de documentos les ha impedido cumplir el requisito indispensable para enrolarse en alguna fábrica o un establecimiento como empleados.

Por esa razón, será común verlos en esos dos lugares que se han convertido en sus centros de operación, apelando a la caridad de los bajacalifornianos, pero también ha sido el recurso para no ser perseguidos por agentes policíacos, a quienes les tienen gran temor. Tijuana (NOTIMEX)

 

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