Paul Ryan, congresista republicano de Wisconsin, puede dar a su partido dos o tres lecciones de qué cosas evitar para no ahuyentar a los votantes latinos.
Después de todo, Ryan fue parte de la mancuerna republicana en 2012 con un candidato presidencial, Mitt Romney, cuya plataforma migratoria se centró en la autodeportación y la promesa de vetar el DREAM Act. Los resultados fueron aparatosos. Sólo 27% de los latinos votaron por el binomio Romney-Ryan, porcentaje más bajo que el logrado por el aspirante de 2008, el senador John McCain, quien acumuló 31% de ese sufragio. Y, obviamente, perdieron la elección.
Ryan emerge ahora como una de las figuras clave en la lucha por una reforma migratoria con vía a la ciudadanía en la Cámara de Representantes. Trabaja con congresistas demócratas, como el de su vecino estado, Illinois, Luis Gutiérrez, buscando consenso en inmigración.
Sus motivaciones son bastante obvias: sus propias aspiraciones presidenciales y su convencimiento, por experiencia de primera mano, de que la reforma migratoria es un arma para ir enmendando la maltrecha relación del Partido Republicano con los votantes latinos.
Recientemente el presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Reince Priebus, catalogó de “espantoso” el uso del concepto de autodeportación por figuras republicanas, particularmente Romney.
También en su reunión de verano, el RNC aprobó una resolución instando al Congreso a aprobar una reforma migratoria, pero con un “pequeño” detalle: no pide una vía a la ciudadanía, sino permisos de trabajo renovables, cada cinco años para los DREAMers y cada dos para el resto de los indocumentados.
Esto a pesar de que figuras republicanas de peso, como Ryan y McCain, apoyan la vía a la ciudadanía; a pesar de que sondeo tras sondeo demuestran que los votantes, no sólo los hispanos, apoyan la vía a la ciudadanía; y a pesar de que diversos reportes, incluyendo un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso, concluyen que una reforma migratoria con vía a la ciudadanía representa mayores beneficios económicos para el país, incluyendo una reducción de 197 mil millones de dólares al déficit por una década.
Ryan parece entender el efecto político de la reforma en los esfuerzos del Partido Republicano para competir efectivamente con los demócratas por la Casa Blanca.
Y lo ha entendido por su experiencia como aspirante a la vicepresidencia y por el cambio demográfico en su propio patio. El Distrito 1, al que Ryan fue electo en 1998, tiene la segunda mayor concentración de latinos en el estado de Wisconsin, un 9%, y comprende tres ciudades: Janesville, Kenosha y Racine. De los votantes registrados en su distrito, apenas 4% son hispanos. Los latinos representan 6% de la población de Wisconsin y de los aproximadamente 335 mil hispanos que allí residen, 130 mil son elegibles para votar.
Pero el también presidente del Comité cameral de Presupuesto entiende el peso de la mano de obra inmigrante en algunas de las industrias clave de su estado y de su distrito, como por ejemplo el sector lechero.
Rannia Coronado es una activista de la organización Youth Empowered in the Struggle (YES), rama juvenil de Voces de la Frontera. Rannia, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Wisconsin en Milwaukee, vive en el Distrito 1 de Ryan y cuenta cómo la mano de obra inmigrante se deja sentir en el estado.
“Muchos tienen pequeños negocios; otros trabajan en los campos agrícolas, en el sector de servicios, y la mayor parte trabaja en la industria lechera”, explicó.
Rannia dijo: “Estoy contenta de que (Ryan) esté apoyando el camino a la ciudadanía”. Pero le preocupa que ese camino que explicó el congresista en un reciente foro comunitario en Racine sea de 15 años, que se destinen tantos recursos a una frontera que está más que resguardada, y que las deportaciones sigan separando familias. Dicha reunión, por cierto, fue bilingüe.
“Sí he visto un cambio en que (Ryan) quiere tratar de ganarse un poco más a la comunidad latina”, agregó.
Y es que la historia de ciertos legisladores de Wisconsin con los inmigrantes ha sido controversial.
Fue otro congresista de Wisconsin, F. James Sensenbrenner, quien propuso el proyecto HR 4437, mejor conocido como la Ley Sensenbrenner, que criminalizaba a los indocumentados y a quienes los ayudaran, incluyendo a religiosos. En el 2005 la Cámara Baja aprobó la medida que fue el detonante para las manifestaciones de 2006 a favor de una reforma integral y la movilización de votantes latinos a las urnas.
Ryan apoyó la Ley Sensenbrenner en el 2005; votó en contra del DREAM Act en el 2010; y en el 2012, como aspirante vicepresidencial, defendió la plataforma migratoria de Romney que hundió al binomio republicano entre los votantes latinos. Sus propuestas fiscales, entre ellas la privatización del Seguro Social y reducciones al Medicare, alarman a sectores hispanos.
Pero sus comienzos políticos fueron marcados por conservadores con posturas migratorias pragmáticas, como Jack Kemp y William Bennett, de la organización Empower America, que en 1994 se opuso a la antiinmigrante Proposición 187 de California. Ryan escribía los discursos de Kemp.
En inmigración, Ryan parece estar evolucionando o revisitando sus orígenes. Busca redimirse y en el proceso lograr que su partido sea más competitivo por el voto latino a nivel nacional.
La interrogante es si el liderazgo republicano cameral facilitará o entorpecerá esos esfuerzos.
(*) Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.