Hispanos contra inmigración ilegal se hacen sentir

NUEVA YORK (AP) — Lupe Moreno ha vivido rodeada de inmigrantes mexicanos en su natal California. Su padre, uno de ellos, acogía en su casa a los que llegaban al país ilegalmente y su ex marido, también mexicano, vivió sin papeles durante años.

Moreno, sin embargo, lucha por reforzar la vigilancia de la frontera con México, frenar la inmigración ilegal y descarrilar la reforma a las leyes de inmigración que se debate ahora en el Congreso.

"Estos son extranjeros ilegales, extranjeros que quebrantaron la ley, y ¿sólo porque hacen mucho ruido con sus campañas tenemos que escucharles?", dice la mujer, de 55 años y quien vive en Santa Ana.

Moreno forma parte de un sector poco visible de hispanos que se opone a la reforma a las leyes de inmigración que se debate en Washington. Al igual que Ted Cruz, el senador republicano hispano de Texas, Moreno asegura que el plan supone una amnistía para millones de personas que violaron las leyes al venir a Estados Unidos ilegalmente y que no soluciona el problema de la inmigración ilegal.

Aunque muchos hispanos no piensan igual, algunos estadounidenses de origen latinoamericano expresan su oposición a la reforma con llamadas, visitas a legisladores, ruedas de prensa y protestas en varios puntos del país. En mayo varios de estos grupos participaron en una jornada nacional de conferencias de prensa, uniendo esfuerzos bajo una coalición llamada "Remember 1986", en referencia al año de la última reforma de este tipo.

Al menos dos hispanas hablaron a mediados de junio ante las cámaras en Washington en contra de la inmigración ilegal. Lo hicieron rodeadas de senadores como Jeff Sessions (republicano de Alabama) y conocido partidario de leyes que limiten la inmigración ilegal, durante una rueda de prensa organizada por el grupo Tea Party Patriots.

"Este proyecto de ley es extremadamente peligroso. Ofrecer una amnistía es una bofetada a las víctimas de actos de violencia perpetrados por extranjeros ilegales", dijo María Espinoza, una estadounidense cuyo padre mexicano emigró de forma legal a Estados Unidos.

El ser hispano, aseguran, no significa defender de forma automática los derechos de inmigrantes que viven ilegalmente en Estados Unidos.

"Hay muchos como nosotros pero a menudo somos ignorados", asegura Joanna Marzullo, una estadounidense de origen nicaragüense que vive en Nueva York y es presidenta del grupo New Yorkers for Immigration Control and Enforcement.

"Hay muchos estadounidenses de descendencia hispana que quieren que se impongan las leyes de inmigración existentes y que las fronteras queden aseguradas de forma efectiva", agregó.

El plan de reforma que se debate ahora en el Senado allanaría el camino a la naturalización de gran parte de los aproximadamente 11 millones de inmigrantes que viven sin permiso en Estados Unidos.

Según un informe de mayo del Hispanic Pew Center, la mayoría de hispanos — un 85% — piensa que los inmigrantes sin papeles deberían poder vivir en Estados Unidos legalmente, mientras que sólo un 9% opina que no se les debería permitir quedarse en el país. Las opiniones, sin embargo, están más divididas en cuanto a ofrecer la oportunidad de la naturalización a inmigrantes sin papeles: sólo un 50% de hispanos está a favor, según la encuesta.

Las protestas en contra de la inmigración ilegal suelen ser menos numerosas que las manifestaciones para defender los derechos de inmigrantes en condición irregular. Los hispanos en contra de la inmigración ilegal, sin embargo, aseguran que eso se debe a que trabajan durante el día y a que algunos temen las reacciones de los defensores de los extranjeros sin papeles, a quienes definen como "violentos".

El grupo de Marzullo, conocido como NYICE, dice en su portal de internet que hace "lo que el gobierno no hará" respecto a la inmigración ilegal. En California, Moreno es parte del grupo Latino Americans for Immigration Reform. En Arizona, la mexicana naturalizada Anna Gaines es presidenta de Americans Citizens United. En Nueva Jersey, la puertorriqueña Carmen Morales forma parte de New Jersey Citizens for Immigration Control. Y en Kentucky, el uruguayo nacionalizado Luis Pozzolo ha creado un grupo nacional llamado Alliance for Immigration Justice.

Los grupos no son numerosos y se habla poco de ellos en los medios de comunicación, aunque sus dirigentes aseguran que cuentan con cientos de miembros, hispanos y no hispanos. Expresan un alto sentimiento patriótico hacia Estados Unidos y aseguran que no deben nada a hispanos que violan las leyes y que luego se benefician de servicios públicos como la educación o el sistema de salud.

En el 2006 hispanos liderados por un coronel retirado del ejército llamado Al Rodríguez formaron un grupo nacional llamado "You Don't Speak For Me" (No hablas por mí) pero la organización se disolvió.

Algunos hispanos pertenecientes a estos grupos están a favor de posiciones como las de los congresistas republicanos Steve King (representante de Iowa), Sessions o Chuck Grassley (senador de Iowa), quienes promueven leyes que restrinjan la inmigración ilegal. La Cámara de Representantes aprobó en junio una medida propuesta por King para paralizar el financiamiento del plan de suspensión de deportaciones de jóvenes que impuso el presidente Barack Obama el año pasado.

Cruz, de origen cubano, es una de las voces más críticas de la reforma a las leyes de inmigración y fue uno de los pocos en su partido que votó en contra de debatir la reforma en el Senado.

"El señor Cruz es más el tipo de estadounidense latino con el que me identifico", dijo Moreno, quien trabaja en un programa del gobierno de ayuda para niños discapacitados. La hispana asegura que a pesar de haber crecido rodeada de inmigrantes sin papeles y de haberse casado con uno, siempre supo que la inmigración ilegal "era algo que estaba mal".

Asegura que se casó cuando era demasiado joven e ignorante y que al cabo de siete años de matrimonio logró que su marido mexicano obtuviera un estatus migratorio legal. El matrimonio duró 26 años, asegura, y las peleas empezaron debido a sus distintos puntos de vista sobre la inmigración ilegal.

"Ahora, nuestra organización llama a las legislaturas todos los días y les envía faxes. Vamos a protestas. Hacemos lo que podemos", dijo Moreno. "El proyecto de reforma es terrible, pero tengo esperanzas de que nunca sea aprobado".

Pozzolo, el uruguayo de Kentucky, opina lo mismo. Asegura que la reforma no ofrece soluciones para detener la inmigración ilegal y recompensa a personas que quebrantaron la ley. Hace poco entregó 12.000 cartas de ciudadanos de Kentucky hablando en contra de la reforma en las oficinas del senador republicano de ese estado, Rand Paul.

"Cruzar una frontera, saltar una valla no te hace inmigrante", afirma Pozzolo, que vive en la ciudad de Lexington y trabaja en el sector automovilístico. "La ciudadanía (estadounidense) es un privilegio que se gana respetando las leyes de un país".

Pozzolo, 41 años, llegó a Estados Unidos en el 2004 con un visado y en la actualidad es ciudadano estadounidense.

Marzullo, la hispana que vive en Nueva York, dice que estudió en el Hunter College, en Manhattan, rodeada de estudiantes sin papeles.

"Como ciudadana estadounidense, no debería estar forzada a competir con estudiantes ilegales", asegura. Para Marzullo, de 39 años, el plan de reforma no asegura el cierre de las fronteras para evitar la llegada de más inmigrantes sin papeles. La reforma de 1986 supuso el mismo problema, indica.

Estos grupos locales colaboran a veces con organizaciones más grandes como el Center for Immigration Studies, NumbersUSA o la Federation for American Immigration Reform, que abogan por leyes más restrictivas que frenen la inmigración ilegal y que son señalados a veces como los principales responsables de que no prosperase una reforma a las leyes de inmigración en el Congreso en el 2007.

Raymond Herrera, un estadounidense de 64 años de origen mexicano, no se califica como hispano o latino y asegura que Estados Unidos no es una nación de inmigrantes.

"Si lo fuera no habría un valor intrínseco en la ciudadanía estadounidense, no habría un valor intrínseco en el sacrificio que hicieron millones de soldados en el campo de batalla. No derramaron esa sangre por inmigrantes, la derramaron por ciudadanos estadounidenses", dijo Herrera, quien vive en California y dirige el grupo "We The People, California Crusaders".

Al ser preguntado por el aspecto humano de la inmigración ilegal y la separación de familias debido a la deportación, Herrera respondió que la separación empieza precisamente en América Latina cuando los latinoamericanos abandonan a sus familias allí para ir a Estados Unidos y quebrantar la ley.

Roberto de la Garza, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Columbia y experto en inmigración, dijo que hay hispanos en contra de la inmigración ilegal que no están en contra de los inmigrantes, sino del hecho de quebrantar la ley.

"También está la gente que se vuelve tan conservadora a medida que accede a la sociedad estadounidense que se convierte en anti-extranjera. Y eso ocurre tanto con latinos como no latinos", opinó. "Se trata de un americanismo exagerado que se manifiesta en la oposición a los indocumentados".

Por otro lado, De la Garza dijo que hay hispanos que se enfocan en la injusticia que supone que haya gente esperando durante años un visado en su país de origen mientras otros acceden ilegalmente al país y después se benefician de una reforma a las leyes.

"Sin embargo, habría que culpar más de ese problema a las leyes estadounidenses y la práctica de esas leyes", aseguró el experto.

Omar Henríquez, un activista salvadoreño que se dedica a ayudar a jornaleros en Nueva York, dice que se sorprende cada vez que oye de hispanos que abogan por medidas que limiten la llegada de inmigrantes sin papeles.

"Nos choca. Es algo contradictorio porque su experiencia es similar a la nuestra", dijo Henríquez, quien vivió en Estados Unidos durante 24 años sin autorización antes de ajustar su estatus migratorio.

La Red Nacional de Jornaleros, para la que trabaja Henríquez, organizó una marcha el Día de la Bandera (Flag Day, en inglés) en la que familias inmigrantes colocaron banderas estadounidenses en el jardín del ayuntamiento de New Rochelle, en Nueva York.

"Queremos demostrar que respetamos los símbolos patrios, pero al mismo tiempo decimos que los hijos de inmigrantes que están aquí, y que son ciudadanos, pueden perder a sus padres por una deportación. Nosotros respetamos este país", señaló Henríquez.

Morales, la puertorriqueña de Nueva Jersey, piensa de forma muy distinta y se lo ha hecho saber al senador demócrata de su estado Robert Menéndez, según dijo.

"Necesitamos que se refuerce la seguridad en la frontera primero, antes de cualquier amnistía, antes de que se haga nada", señaló. "Muchos están cruzando la frontera porque creen que se va a aprobar una amnistía. ¿Y qué pasará cuando se les otorgue una amnistía? Traerán a todos sus familiares. ¿Cuánta gente pobre y que quiere una mejor vida puede sostener Estados Unidos?

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