El miedo a las deportaciones paraliza los barrios de migrantes en Puerto Rico

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El pánico y la incertidumbre se reflejan en las miradas de los pocos transeúntes que se atreven a salir de sus casas en barrios de San Juan, epicentro de la diáspora dominicana y blanco de las redadas ordenadas por el presidente Donald Trump.

“La situación está que en Barrio Obrero no hay vida, vivo en los alrededores de Río Piedras, no hay mucho movimiento, los negocios cerrados”, relata el dominicano Eleudy Mercedes, que arribó a Puerto Rico hace siete años.

El silencio se apodera de las calles de Barrio Obrero y la música típica de República Dominicana ha dejado de escucharse en los bares, cerrados como muchos otros negocios, por miedo.

Los pupitres de los niños migrantes están vacíos en las escuelas puertorriqueñas.

“Nosotros somos honrados y trabajadores”, “están todos escondidos”, son algunos de los comentarios que intercambian entre sí los pocos viandantes en la plaza Antonio R. Barceló, en el centro de Barrio Obrero.

El miedo está latente, desde que hace días agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE, en inglés) llevaron a cabo la primera redada contra inmigrantes en Puerto Rico y detuvieron a decenas de personas.

José Rodríguez, quien funge como presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos de Puerto Rico, denuncia que “esta persecución selectiva, xenofóbica y racista, va a crear sin dudas una crisis económica y humanitaria”. San Juan (EFE)

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