La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) ha expulsado en los últimos meses de EEUU a bebés recién nacidos en el país junto con sus madres, que eran inmigrantes indocumentadas.
En marzo pasado, el vicepresidente, Mike Pence, ordenó a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) usar sus poderes de emergencia para sellar las fronteras de EEUU, a pesar de las reticencias mostradas por la principal agencia sanitaria del país.
Con el pretexto del Covid 19, Trump endureció su política migratoria al expulsar a la mayoría de migrantes que llegaban en busca de asilo.
Un juez ordenó en noviembre al Gobierno que dejara de expulsar a niños migrantes no acompañados.
La hondureña Juana dijo a The Intercept que al sentir dolores de parto cruzó la frontera en busca de ayuda y fue trasladada a un hospital estadounidense, donde nació su hijo, pero que al ser dada de alta de inmediato la enviaron de vuelta a México.
“La ley no permite la expulsión rápida de ciudadanos estadounidenses”, dijo Nicole Ramos, de Al Otro Lado, organización de servicios legales y sociales que está investigando las expulsiones y que asegura que tiene conocimiento de ocho madres en esta situación.
Durante el evento público en el que se anunció el cierre fronterizo en marzo pasado por el Coronavirus,, el secretario interino de Seguridad Nacional, Chad Wolf, aseguró que los CDC habían determinado que la pandemia presentaba un “serio peligro” para los inmigrantes, agentes y oficiales y el pueblo estadounidense.
Sin embargo una investigación de The Wall Street Journal halló que, de acuerdo a una revisión de los documentos internos del Gobierno y entrevistas con personas involucradas en el referido proceso, dicha medida “fue impulsada por varios funcionarios de inmigración en la administración de Donald Trump a pesar de las objeciones de altos funcionarios de los CDC”. Miami (EFE)