Al otro lado, en busca de la luz, lejos de las sombras

Por Jasmina  GONZÁLEZ

“Ellos me dijeron: mira bicho si no te nos unes en tres días, vamos a comenzar a matar a toda tu familia; la descuartizamos y te la mandamos en bolsas”. Fue la frase que al recordar le quebró la voz y le empujó las lágrimas que asomaban en sus ojos. Juan Carlos, como lo llamaremos por su seguridad, tiene 15 años. Ha recorrido dos países, a pie, solo con la ropa que lleva puesta desde hace tres meses. 

Juan Carlos tuvo que huir de El Salvador durante la noche con su familia, dejando lo que su madre con esfuerzo construyó. Su hogar estaba situado en medio de dos territorios de pandillas. “Si caminaba hacia un lado estaba en el territorio de la Mara 13 y si me iba hacia el otro estaba en el de la Mara 18”. Juan Carlos fue golpeado con bates en la cara y pateado por varios miembros de la Mara Salvatrucha tras negarse a vender droga y unirse a la pandilla. “Me acuerdo que cuando me pegaron aquí, vi estrellitas, perdí el conocimiento, pero cuando pude solo corrí”. Me decía mientras señalaba su rostro lleno de cicatrices.  Acompañado de su madre, su hermana y sobrina, emprendieron el viaje. Caminaron desde El Salvador, cruzando Guatemala y México. Fue un inicio solitario, entre carreteras vacías, durmiendo en parques o montados en “La Bestia”, el tren que ha cobrado más vidas de inmigrantes.  Para Juan Carlos, y otros migrantes encontrarse con la Caravana representa una luz de esperanza.

Él es solo uno de los más de mil 200 migrantes que iniciaron el camino en Tapachula, Chiapas, México. Recorrieron la República Mexicana en lo que  se conoce como El Viacrucis Migrante, que tuvo paradas en Oaxaca, Puebla, Ciudad de México y Guadalajara, para culminar en Tijuana. No todos llegaron hasta el final, de los mil 200 solo 350 decidieron seguir hasta la frontera norte de México.

Junto a ellos no solo había otros migrantes, el temor acompañó a Juan Carlos y a su familia hasta la frontera con EEUU. Fueron días y noches con temor de que la sombra los encontrara y acabara con sus vidas. “Entre México y El Salvador no hay diferencia alguna, ellos me van a buscar y me van a matar y van a matar a mi familia”.  Según él los albergues de México no le brindan la protección suficiente. Busca algo más, un asilo que le de seguridad para su familia. Seguridad, que según él encontrará en EEUU. “Estamos a un paso de llegar a EEUU y ser libres, libre del miedo, queremos una oportunidad”.

En Tijuana, voluntarios provenientes de EEUU se dieron cita para asistir a la “Caravana Migrante” o “Viacrucis Migrante”. Entre ellos algunos nevadenses que decidieron viajar para asistir al grupo de migrantes conformado por hondureños y salvadoreños, además de algunos guatemaltecos. Desde abogados informándoles de sus derechos hasta personas que brindaban diversión a los más de 100 niños que forman parte de la caravana, eran las tareas de los voluntarios. Muchos migrantes no cuentan con las herramientas o documentación para preparar su caso ante un juez. Siendo esta la misión de los expertos en el campo de lo legal. 

Marcha hacia la puerta de entrada

Estos migrantes aun no llegan a su meta, la cual decidieron alcanzar el 29 de abril. Alrededor de las 3:30 de la tarde una vez más los miembros de la caravana se levantaron, formaron una línea y comenzaron a caminar hacia la puerta de entrada. Entre lágrimas, cantos, silencios y algunas sonrisas avanzaban hacia “El Chaparra”, el puerto de entrada más cercano, a unos 20 minutos donde pasaron su última noche bajo techo.

Familias con rostros y pies cansados, fueron encontrados por autoridades mexicanas que les informaron que EEUU no recibiría a ninguno, pues estaban “a plena capacidad”. Argumento criticado dentro de EEUU. “Esta administración tiene las herramientas y recursos para abordar esta situación humanitaria. En vez de huir, debe de aplicar la ley e identificar las solicitudes legítimas de asilo de este grupo, tal como está escrito en nuestras leyes”, dijo Ur Jaddou, directora del proyecto de vigilancia de DHS de la organización America’s Voice, y continuó: “Somos una nación fundada por refugiados que buscan la libertad. Debemos defender el estado de derecho que valora las vidas, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Hay que hacerlo con acciones y no solo con palabras”. 

 

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