Por Roberto PELÁEZ
Coleccionistas de Cuba, Estados Unidos, México, España, Francia y Polonia, son algunos de los tantos que atesoran pinturas y grabados del artista de baja estatura pero un corazón inmenso en el medio del pecho y que responde al nombre de Wilson Posada, quien llega a la ciudad de Las Vegas a principios de siglo, procedente del oriente cubano, y en el 2004 muestra parte de su obra en el Museo Hispano de Nevada.
“Fue como darme a conocer aquí, subraya el incansable pintor y grabador, después vienen participación y premios en concursos... un quehacer constante”, abunda.
Quienes a finales del año pasado transitan cerca del 3090 El Camino Rd (cerca de Desert Inn y la Jones), observan a un artista frente a una obra colosal, un mural de nueve pies de ancho y nada menos que 101 de largo (más de 30 metros), se miran escépticos, pero él los saca de dudas: “cada día me acerco más al final, yo lo termino”.
Con Posada cobra fuerza eso de que el que persevera triunfa... el 21 de diciembre grita a todo pulmón; “trabajo concluido”. Muchas personas se detienen a contemplar el excelente trabajo. “Fueron dos meses de intensa labor, explica, sin embargo ahí está, me las arreglé para no afectar los árboles”.
El conocido pintor mexicano Juan De Varela es uno de los primeros en acercarse disfrutar del trabajo del pintor y grabador cubano.
“Lo invito a ver esto cuando era un proyecto a medias, tengo en gran estima el profesionalismo y experiencia de Juan, sus opiniones y palabras de aliento, porque es de los primeros que reconoce que es un trabajo de gran magnitud, una obra en extremo exigente, de mucha precisión e imaginación”, subraya.
Apena a la ‘máquina del tiempo’, y recuerda: “En el 2007 tomo parte en una exposición que tiene lugar en el Café Cuban-Americans, en la Universidad de Arizona, y unos meses más tarde obtengo Mención de Honor en el denominado ‘Fine Art Competition’, en Henderson... son momentos que de alguna manera quedan para siempre, un reconocimiento al trabajo”.
Posada es una muestra exacta de lo que dijo Ernest Hemingway ‘si la musa viene que me encuentre trabajando’, por eso apenas se concede descanso: “dibujo, grabo, experimento diferentes técnicas... disfruto mi profesión”, sostiene.