Un incansable poeta de apellido Lemus asentado en el valle

Por Roberto PELÁEZ

Los poetas duermen con un ojo abierto... cazando amaneceres

Autor de ‘Tropismos’, ‘Cartas de odio, amor y de otras nimiedades’, ‘En verde iluminado’, ‘Yo, Augusto’, ‘Postales guantanameras’, además de antologías relacionadas con el arte, el periodismo y otras, es de esos que lleva como lanza aquella frase de Ernest Hemingway: ‘Si la musa viene que me encuentre trabajando’.

“Ya tendré tiempo para descansar ‘cuando venga la parca’, dice el poeta, escritor e investigador Augusto Lemus Martínez, quien nació en Guantánamo, en el oriente de Cuba, y se asentó en Las Vegas a principios de los ‘90 del siglo pasado.

Tras publicar en varias revistas especializadas y presentar sus libros en diferentes escenarios, el entrevistado compiló alrededor de un centenar de poemas en ‘Yo Augusto’, en los que (viaja) con manifiesto desenfado, a través de la nostalgia -con el regreso a sus raíces-, un marcado erotismo, sin saltarse el calendario  de quien cumple -según sus palabras- 26 años una y otra vez.

“Antes de ayer misterio/ayer pasión/hoy ficción”, afirma sin el menor ápice de vergüenza, para de inmediato agregar: “Señora, traigo confundidos los besos y los labios/las sangres y las mieles/vea qué pálido estoy de amarle”.

Y ‘retrata’ el café mañanero, los balances meciéndose en los portales, las plática a deshora sin mirar siquiera el reloj... luego sin miramientos sostiene: “Responde, necio corazón,  ¿quién te puso a la izquierda/si la vida está al centro, más abajo del ombligo?”. 

Luego con una pizca de soltura y gallardía, por no decir desenfado, expone: “Mis besos transitan las calles de tu desvergonzada boca”.

Sin embargo Lemus no se limita en ‘Yo, Augusto’ a su natal Guantánamo (vocablo indio que se define como tierra entre ríos), ni siquiera al mar y los pastelitos de guayaba de Miami, donde sus admiradores le prodigan siempre recibimientos para el recuerdo. 

Sus versos desandan también por los elevadores de los hoteles de Las Vegas, los casinos, para recalar en “estoy feliz de ser un fracaso/no me tengo que intranquilizar por defraudar a nadie”, o cuando hace alusión a una conocida canción del catalán Joan Manuel Serrat: No, Serrat/mis amigos no lo son/el atorrante soy yo/que me paso por el forro la cordura/y les permito andar conmigo.

 

No hay la menor duda, Lemus, más allá de su poesía, sus investigaciones y las cuartillas emborronadas, es un irreverente que incursiona con éxito en el rejuego de palabras y frases, además de hacer las maletas y llevar sus poemas a Miami, Santiago de Cuba, Nueva York, Madrid o Toluca, con la misma soltura con que asegura haber ‘descubierto’ el hilo negro mientras defendía su derecho de autor sobre el agua tibia.

 

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