El bolero, la cumbia y la bossa nova fueron algunos de los muchos géneros latinos que la cantante y compositora mexicana Natalia Lafourcade sacó a bailar en su presentación en la tercera edición del Festival Paax en el hotel Xcaret Arte, ubicado en la Riviera Maya (sureste de México).
La fiesta se hizo de rogar, le dio tiempo para llegar a algunos despistados que se amontonaban en las mesas y las sillas, al igual que harían los músicos de todo el mundo invitados por la directora de orquesta del festival, Alondra de la Parra.
Al borde de las aguas caribeñas y en la intimidad del Foro de la Música, los sentimientos de los cientos de asistentes se revolvieron en un mar de emociones y silencio, que Lafourcade rompió con la primera canción de su repertorio: ‘Cien años’, una adaptación del viejo bolero ranchero creado por los mexicanos Rubén Fuentes y Alberto Raúl Cervantes González.
La artista de origen veracruzano salió al escenario con un clásico peinado mexicano y, como en todas sus presentaciones del álbum ‘De todas las flores’ (2022), vistió su característico vestido negro, aunque esta vez ligeramente más corto debido al calor que se levantaba en la sala.
“Quiero empezar con esa semilla que sembré en esta tierra con Alondra (de la Parra) hace años. Me siento orgullosa de formar parte de tu familia”, dijo emocionada la multiinstrumentista, como si sus palabras recordaran a ‘Carmesí’, el álbum en el que colaboraron juntas hace trece años.
Lafourcade no dudó en girarse y dar la espalda a su público para poder entenderse con la banda, que no la dejó volar sola, ya que minutos después se escucharon las primeras melodías de ‘Cucurrucucú paloma’, el ahora clásico huapango mexicano escrito por Tomás Méndez en 1954.
Homenaje a Latinoamérica
También, en este homenaje a la música de México, se distinguieron los arreglos del compositor y director orquestal australiano Gordon Hamilton, que se escuchaban en cada instrumento que aterrizó junto a la guitarra de la solista, quien poco a poco fue avanzando en su repertorio con temas como ‘Alma Mía’, una canción de principios del siglo XX ideada por Maria Grever, quien es considerada una de las fundadoras del bolero en Latinoamérica.
La última ganadora del Grammy al mejor álbum de rock latino quiso homenajear a los compositores clásicos, pero no solo de su país, sino también de otros latinoamericanos, como Venezuela, que apareció en el escenario con la tonada de Soledad Bravo, ‘Tonadas de ordeño’ (1974).
Este sabor latino también se reconoció entre los duetos y los tríos que fueron pasando por la pista con artistas como Leo Rondón con su cuatro venezolano, Freddy Adrián al contrabajo o Alexis Cárdenas con su violín.
La agrupación continuó la fiesta y sostuvo en alto su mezcla al ritmo de ‘Soy lo prohibido’, ‘Mexicana Hermosa’ o ‘Soledad y el mar’.
A punto de terminar el concierto, el gentío abandonó sus sillas para mover sus caderas impulsadas por los éxitos más grandes de la cantante como ‘Lo que construimos’ o ‘Hasta la Raíz’, la primera canción de este género que superó las 500 millones de reproducciones en Spotify.
Para la despedida, la virtuosa quiso finalizar enseñando “lo que es saber querer”, y fue así que los espectadores susurraron al unísono del popular bolero ‘Bésame mucho’ (1932). Cancún (EFE)