Por Roberto PELÁEZ
No basta con tener la voz más melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu.
Una sola palabra basta para calificar el concierto ‘Tango en Las Vegas’ ofrecido por el pianista y cantante Antonio Carnota: BRILLANTE.
El día que me quieras
Con el sombrero ladeado, al más puro estilo gardeliano, el artista derrochó virtuosismo al piano, regaló parte de su repertorio, el mismo de que hace gala en la película sobre Carlos Gardel, y luego, con el carisma y la simpatía que lo caracterizan, complació peticiones. Los aplausos lo interrumpieron varias veces.
Acariciame ensueño
En un ambiente íntimo, propicio para unas 40 personas, Carnota apuntó: “Tiene mucho sentimiento y corazón el tango, pasión; habla del amor, del desamor, del abandono, del amor no correspondido... súmele a eso la voz, la inmensa voz de Carlos Gardel”.
Llegó ‘La comparsita’, del cubano Ernesto Lecuona, y el protagonista de la noche se las ingenió para mostrar a todos la magia del piano mientras los asistentes se empeñaban en seguir el ritmo moviendo los pies.Mario Tello y Daniela Rosal deleitan a todos con su baile.
El suave murmullo de tu suspirar
Siguieron números clásicos, antológicos, que Carnota interpretó en tiempo de tango: ‘… tengo el corazón en carne viva’; la Novena Sinfonía, para luego aportar una dosis de flamenco en ‘Concierto de Aranjuez’. Fue una velada para complacer a todos, para recordarla por mucho tiempo, entre aplausos, canciones, gente tarareando, alegría, con la intimidad como cómplice. ‘Escucha Carlitos, disfruta, que grande eres, ya no estás entre nosotros y aun inspiras’.
Por si fuera poco el pianista cantó en español, en inglés y en portugués ante un público formado por estadounidenses, mexicanos, argentinos, cubanos, griegos, polacos, paraguayos... y a cada uno de ellos dedicó una canción imprescindible del lugar de donde proceden.
No faltó quien apuntara: “es como si Carlos Gardel estuviera aquí”...
Pero nadie comprendía que si todo yo lo daba, en cada vuelta dejaba pedazos del corazón.
En los presentes quedó el deseo de seguir allí, de escuchar y cantar, de bailar, de decirle algo al oido a su pareja, sin embargo como bien dijo el maestro: ‘El tango está lleno de despedidas’.
“Quiero ofrecer un concierto parecido todos los meses... si ustedes me lo permiten”, dijo Carnota. Otra vez los aplausos.
Y la noche se vistió de tango.