Las Vegas Baseball League: Si de pitcheo se trata... ir al seguro

Por Roberto PELÁEZ

Practicamente desde que se inventó el beisbol los entendidos coincidieron en que -ofensiva aparte-, es en extremo difícil que un equipo se imponga, gane campeonatos si no dispone de un staff de lanzadores que domine a los bateadores rivales.

En las Grandes Ligas los seleccionados que han logrado armar una rotación de pitcheo con cuatro y hasta cinco pitchers que se han ganado la confianza del alto mando por su dsempeño, tienen una gran parte del campeonato del lado acá.

¿Recuerdan a los Bravos de Atlanta y su trío de estrellas? Si bien Greg Maddux, John Smoltz y Tom Glavine guiaron al equipo a la conquista de un solo título en Series Mundiales, sin dudas el cuadro dirigido por el experimentado Bobby Cox fue el más ganador durante una década. Enfrentarse a ellos era la clásica ‘visita al dentista’. Por si fuera poco los Bravos disponía de cerradores de relieve.

Las estadísticas de juegos ganados, ponches, carreras limpias, salvados, tuvo en esos pitcehrs a sempiternos ganadores. Para cualquier novena encararlos un día detrás de otro resultaba en extremo complejo. Era casi como resignarse a ceder terreno en la tabla de posiciones.

Salvando la distancia, en la conocida organización local Las Vegas Baseball League, que tuvo entre sus fundadores a los mexicanos José Luis Mendoza y su hijo Oscar, varios manejadores también dieron prioridad al pitcheo a la hora de confeccionar sus nóminas.

Claro que lanzar solo los domingos daba -y da-  cierta ventaja a los planteles que disponen de un lanzador de primera, pues el pitcher descansa seis días y ‘vuelve de nuevo a la carga’.

Caribeños, de la mano de Lázaro Almuiña, fue un elenco ganador, acaparó numerosos títulos, y por varias temporadas tuvo su clásico ‘caballo de batalla’ desde el box en el derecho Ariel Ramos.

El diestro (con velocidad, control) tenía muchos ‘poquitos’ a su favor, un buen catcher, buena combinación alrededor de segunda base, jardineros seguros a la hora de fildear, recia ofensiva, y un jugador ‘bujía’ -motivador, de esos que se echan a cuestas el equipo y no se dan por perdido nunca- en el no menos experimentado Willy Tavera, un short stop inteligente, voluntarioso, que se las ingeniaba para poner a un lado las lesiones y crecerse

Muchos jugadores, manejadores, aficionados, no lo pensaban dos veces para comentar que Almuiña dirigía a Caribeños con el ‘piloto automático’, es posible, dada la calidad de sus jugadores, sin embargo tener en el puente de mando a un timonel con experiencia, conocedor, al que los beisbolistas le rindan en el terreno, y sepa rotar el pitcheo, representa también un por ciento de las victorias.

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