El salvadoreño Steven Olivares... Una vida dedicada al karate

Por Roberto PELÁEZ

El joven Steven Olivares no cabe en sí de contento, y sus motivos tiene.

“Hace poco recibí en el consulado de El Salvador el pasaporte que me reconoce como ciudadano de aquel país, señala, luego viajé a Mexicali, tomé parte en la quinta edición de la ‘Copa Internacional, y pude obtener el primer lugar en la división abierta, entre 10 competidores”.

De hablar fluido, con 20 años recién cumplidos, nacido en California, de abuelos y padres salvadoreños, siete un cariño especial por aquel pequeño país.

“He estado allá, advierte, siete veces, las he contado muy bien, incluso he tenido la posibilidad de entrenar, ya tengo allí hasta rivales que me esperan para intercambiar... obtener el pasaporte salvadoreño es algo que le agradezco a la cónsul Silvia Romero, quien me trató muy bien, además, por encima de todo, es un homenaje a mis padres y mi abuela paterna”.

Practica desde hace 14 años el karate, acude al Reigikai Skif Las Vegas, es atendido por el experimentado entrenador filipino Ronald Tolentino “le agradezco todo lo que he aprendido, su paciencia y métodos de enseñanza, me ha ayudado mucho a pulir mi técnica, mi manera de golpear, la combinación (one-two)”, precisa Olivares.

Al referirse a la alimentación, los días de entrenamiento, explica: “hace falta mucha dedicación, disciplina, constancia, y en eso me ha ayudado mucho mi entrenador, estamos juntos desde hace años.

“Llevo una vida sana, ingiero ensaladas que me reportan proteínas, entreno cinco días a la semana, tres horas cada sesión, además voy al gym también por otras tres horas, o sea, es fácil percatarse de que es exigente, requiere de mucha entrega, pero ya estoy en esto hace años, me gusta, tengo mis rutinas, conozco mi cuerpo... sólo descanso los fines de semana, además, le dedico atención a los minutos de carrera y al descanso, forman parte de mi entrenamiento”, destaca.

Subraya que tener el pasaporte de El Salvador le permite participar en competencias en representación del país que vio nacer a sus abuelos y luego a sus padres “es para mí un alto honor, se imagina, vestir los colores que distinguen a El Salvador, es algo que soñé mucho tiempo y ya es una realidad”.

Consciente de que la vida del deportista es corta, estudia en ABC Apprenticeship Electrical “es algo que también me gusta, he aprendido mucho, no tengo dudas de que mañana puede ser mi profesión, quiero hacerlo lo mejor posible, que en esto también mis padres puedan sentirse orgullosos, karateca y electricista, suena bien”, apunta sonriente y se despide.

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