Por Roberto PELÁEZ
Partido tenso de principio a fin, el título en juego, el marcador no puede estar más cerrado: 1-0 a favor del África United.
Dos jugadores del México DF consiguen burlar la defensa, se aproximan al arco, la gritería es inmensa, una finta, viene el disparo cruzado al palo derecho, el portero se estira como un felino, arriesga el físico y consigue desviar el balón.
Los aficionados aplauden. Romilio ‘La Pantera’ Gómez se pone de pie.
Hay público por todas partes, como corresponde a una final. Los del México DF insisten, quieren al menos un empate que los lleve al tiempo extra o los penales. El reloj no se detiene. Suena el pitazo final. Vienen los abrazos, las felicitaciones. Y un comentario se riega como pólvora: ‘La Pantera’ volvió a salvar el juego, debe ser el mejor portero del torneo...
Enfundado en una playera de mangas largas, marcada con el número uno, guantes negros y un short que le llega a las rodillas, Romi, a quien muchos apodan ‘La Pantera’, accede a conversar para los lectores de El Mundo.
Soy de La Habana, Cuba, precisa, de la barriada del Cerro, de donde han salido buenos deportistas; con 12 años comienzo a practicar bajo las indicaciones de los entrenadores José Ramón Alveriche y Gregorio Dalmau.
Entonces está en pleno apogeo la época de oro del futbol cubano, con figuras en el arco, la defensa, los medios, la delantera... Jorge Massó, Francisco Reynoso, Regino Delgado, Roldán, Núñez, eran muy buenos, advierte.
Mi primera salida de Cuba es a un torneo en Trinidad Tobago, eliminatorio para el Campeonato Mundial Sub 17, sí, apunta, siempre como portero, conseguimos clasificar, sin embargo me pierdo la cita mundialista por un cambio de la FIFA, podían asistir jugadores de agosto del 1974 en adelante y soy de febrero, aclara.
Voy a giras por el Caribe, aparte de un torneo en Puerto Rico y otro en Canadá; luego comienzo a inclinarme más por el entrenamiento, el futbol sala, a jugar competencias nacionales con los equipos de Ciudad de La Habana e Industriales.
Durante un viaje en el 2000 a Saint Kitts-Nevis, señala, abandono el equipo y paso a Trinidad Tobago, Venezuela, Costa Rica, México y luego entro a Estados Unidos por la frontera. En Miami trabajo en la construcción, pinto estacionamientos, estoy en una gasolinera, todo eso sin dejar de jugar y entrenar, subraya.
En el 2009 llego a Las Vegas, donde reside mi hermana, comienzo a entrenar a los porteros de un equipo de niños llamado Galaxy, después me acerco a la selección de Las Vegas Valley High School y llegamos a la final de un torneo entre preparatorias.
En Las Vegas Light Futbol Club
Para la mayoría de los deportistas llegar al profesionalismo en la disciplina que practica es un sueño; para mi estar en el seleccionado representativo de la ciudad donde vivo es algo tremendo, un honor, estoy agradecido al dueño, al colectivo técnico encabezado por el Chelís, además, formamos una familia, y para los porteros es una familia dentro de otra más grande que es el equipo.
El entrevistado vuelca su experiencia en los arqueros Ricardo Feriño (26 años), Ángel Álvarez (21) y Thomas Olsen (23), son porteros con características diferentes, y trato de que cada uno aprenda de lo bueno que tiene el otro, tienen sus respectivas experiencias, pero aspiro a que un día reconozcan que Las Vegas Light FC fue una escuela para ellos, como lo es para mi, sostiene.
Un portero, apunta, debe reunir lo físico, la técnica, la táctica, además de lo mental, tiene que “leer” el partido, tener visión del juego, ayudar en la colocación de sus compañeros, estar preparado en todos los sentidos... es difícil gritar y que te escuchen donde hay miles de aficionados, pero hay que gritar, señalar cualquier detalle.
Quiero agradecer a los porteros de LV que acuden a las prácticas, es una bonita iniciativa invitarlos, que aprendan y aprender de ellos; a los seguidores del equipo les doy las gracias, al dueño y a los entrenadores... agradezco por darme la posibilidad de pertenecer a la familia que es Las Vegas Light Futbol Club, concluye.
